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lunes, 20 de abril de 2015

A veces me reciclo



Lo reconozco, a veces soy una vaga de cuidado. llevo un tiempo sin coger un pincel. Y cuando me apetece, no tengo tiempo porque estoy a otras cosas, curro serio (del que me aporta perricas para ir tirando), activismo (del que alimenta mis sueños), proyectos, soñando o cocinando...
Así que el otro día, en un arrebato entre encargo y encargo, reciclé un algo viejo, algo que hice para un proyecto colectivo que tuvo como resultado un cuaderno de sueños, cumplidos o por cumplir, entre más de 30 personas en aquellos otros tiempos como estudiante de ilustración. Tiempos que por cierto echo muchísimo de menos. Pero no quiero abandonarme a la nostalgia que me pongo trágica.

Y el resultado de mi reciclaje es pillar por banda mis garabatos viejos y transformarlos, como hago ya con otras cosas en mi vida diaria.
Me divierte y además me salen cosas productivas, aunque echo en falta ese cochineo mío por acabar hasta los codos de carboncillo, acrílico y papelitos pegados en el pelo.
Ya cogeré el cuaderno otro día, lo prometo.


miércoles, 12 de enero de 2011

Cosas viejunas



Ultimamente la gente, compañeros, colegas, amigos, gente en general, me pregunta si sólo dibujo a mano, si no uso el ordenador para algo más que mirar el facebook, la respuesta es que ultimamente no, porque antes tenía un equipo mucho más potente para crear ilustraciones digitales y ahora, a la media hora de estar usando mi querido photoshop, el muy perro judaico se reinicia... así que me hallo experimentando otros placeres artísticos, no porque no me guste la ilustración digital, de hecho me apasiona, pero mi equipo es limitado. Me encanta la ilustración digital, la mezcla horror vacui de fotos, dibujos, texturas... sin filtros, sólo una enfermiza afición por los pinceles y tampones de motivo (he llegado a la obligación de ampliar la memoria del disco duro sólo para poder almacenar gigas y gigas de pinceles y texturas personalizadas) . Tambien me gusta mucho escanear cosas viejas, fotos antiguas, recortes de revistas y almanaques, vamos, lo que ahora les ha dado por llamar Vintage. LLegué a escanear mi cara y varias partes de mi cuerpo con afán puro y duro de la experimentación creativa, a fotografiarme en el baño a las 5 de la mañana vestida como una dómina sado, a revolver en los archivos familiares en busca de fotografías de principios del siglo pasado, a crear conflictos familiares por mi predilección a coleccionar "basura" tal como revistas viejas, ropa usada, recuerdos ajenos, muñecas rotas... Y a día de hoy conservo esas aficiones de vagabundo, no hasta el punto de pasearme con un carrito de la compra lleno de cartones por los contenedores de mi calle pero en ocasiones me falta muy poco. Mirándolo por el lado positivo (creo) cuando tenga 70 años tendré mis 15 minutos de fama al salir en el programa "Gente" o algún sucedáneo del morbo televisivo, mis vecinos me encontrarán plácidamente dormida entre mi basura y mis 17 gatos... Ah, los sindromes, benditas fuentes de placer y serotonina.